martes, 24 de noviembre de 2009

primavera.verano

Justo cuando se supone que el cambio de estación debería traer alegría a nuestros rostros (con cambio climático o no) para mí es el inicio del peor invierno de mi vida, tal cual como la tierra dando vueltas al sol, éste (mi invierno) volverá año tras año.

Simplemente detesto a noviembre y diciembre.

Cuando los pajarillos se disponen a cantar. Las mañanas soleadas se encargan de dar la alarma al día y piensas que gracias a esa vitamina D que te despierta puedes salir al mundo y vencer todo, mis recuerdos me traicionan.

Si, detesto a noviembre y diciembre.

Por estos meses hace 2 años atrás estaba corriendo para intentar acabar después de 7 años mi carrera de 4. Estaba corriendo con mi grupo encima para acabar mi proyecto final, terminar la carrera, graduarme y por fin, por fin casarme. Días enteras sin poder ver a Jani, sin disfrutar de sus labios, ni sus brazos. Todo era comunicación telefónica en aras de poder yo tener tiempo para acabar el curso. Tan sacrificada ella, era por mi era por nosotros decía. Hoy 2 años después. Te detesto noviembre porque de qué me sirve haber acabado esa carrera si ella no está, DIME! De qué me sirve? De qué!?.

Pero todos hacíamos nuestros sacrificios, ella viajo hace unas semanas al hermano país del norte para visitar a su hermana. Yo muy obedientito dije -si mi amor, vaya, pero me escribe ah!- hablábamos de cuanto en cuanto. Me sumergí en mis trabajos para no sufrir su ausencia. Y ahora en qué me sumerjo? Dónde me escondo para no sufrir su ausencia. Dime dónde noviembre dime dónde!.

Hoy al salir al trabajo, al sentir la brisa del mar miraflorino, el cielo casi despejado, mi olfato, mi oído, y mi mente me transportan años atrás -dos para ser exactos- y me hace pensar que en cualquier momento la podría ver. Puedo caminar por las calles, seguir mi vida como dicen otros (cuán fácil es soltar una de esas frases fulminantes eh?. la lengua cual gatillo disparando), pero lo cierto es que me desgarra el alma no poder verla, sentirla, escucharla, tenerla. Es mucho lo que pido? o no debería pedir nada.

A ti diciembre no te detesto tanto. Recuerdo las dos últimas semanas juntos, contigo. Lo recuerdas? Salimos a correr por la costa verde, ja! correr? ella corrió, yo con las justas pude mantener el paso, pero solo por verla en ese buzo rojo espectacular que le regaló a mis ojos. Luego fuimos a un matrimonio y por la tarde tuvimos más ideas de que NO hacer para nuestra boda (jejeje, más rajones los dos). La semana siguiente fue cumpleaños de mi padre, aquel quien ella se lo metió en el bolsillo desde el primer "hello" cómo a mí. Esa tarde aprendimos sobre las finanzas en matrimonio y esa noche conversamos con sus padres. Sentados en la mesa de la cocina, como si fuese una cena 10 años después me dieron la bienvenida a la casa. Fue la noche más espectacular de mi vida, agradezco a los papás de ella que me permitieron vivir con ella esas horas. La noche en que más sude también debo decir. Exponer frente a dos padres el por qué ellos deberían confiarte a su hija no es cosa fácil, la tesis más difícil de todas. Esa noche nos despedimos con un beso, una súper sonrisa y un falta poco amor falta poco.

Diciembre, los días transcurrieron y de pronto domingo, lunes, martes se fueron.

Y llegó el miércoles 19 de diciembre, del cual no quiero hablar hoy. Ya tengo bastante en alma como para hablar de ti.


A veces me pregunto que si todo lo que escribo es simplemente egoísmo. De qué se trata esto, de mí y mi dolor? Qué hay de los demás?

He descubierto que algo que apenas me hace sobrevivir estos días es pensar en otros, no lo hago muy bien pero es un buen truco mental que me hace olvidarme de mi mismo. Cómo aquel proverbio, pensar en otros antes que en uno mismo.

Hay tantas cosas que me gustaría decirle hoy a ella, repetirlas aquí sería en vano. Si mi mente me juega mal y me hace pasar días enteros sin darme cuenta y de pronto -otra vez- me vuelvo a dar cuenta de que no está y por largo, largo, largo tiempo regresará. De pronto re despierto y me digo: "no, no está" y es cuando pienso que morirme vivo no vendría mal.

Aún no entiendo el para qué de todo esto. Creo en un ser Eterno, superior, amante y paciente con nosotros. Si es todo eso, no pretendo entenderlo. Pero cuesta ser obediente.

Hoy detesto la primavera y el verano porque me hizo vivir lo más lindo para luego no tenerlo.

Hoy amo la primavera y el verano, porque sin ellos no habría conocido a Jani, no habríamos tenido esa primera vez en vernos hace más de 7 años.

Hoy, la amaré. En su ausencia la amaré con todo mí ser. Mientras ella duerme.


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